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EL MUNDO A HOMBROS DE ATLAS (O DE LA HUMANIDAD)

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     Hoy, se habla mucho y se actúa poco. El problema es que muchas veces, cuando se actúa, se actúa tarde y mal.  Todo acto tiene unas consecuencias, que se lo pregunten a Atlas. El uso de las palabras y la oratoria para manipular a las personas parece acaparar discursos que justifican valores y actitudes que son francamente deleznables, sobretodo por parte de aquellos que ostentan el poder. Hay una pregunta que debería asediarnos y no dejarnos dormir. ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Qué estamos haciendo de él? ¿en qué mundo vivirán nuestros hijos?. Deberíamos intentar entenderlo porqué todo aquello en lo que creíamos parece estar desmoronándose y eso, no es buena señal. La respuesta, quizás, sea más simple de lo que creemos. Lo que le pasa al mundo somos nosotros y lo que nos pasa a nosotros es que hemos perdido la conciencia y los valores humanos. Como dijo Tolstói: "Todos piensan en cambiar el mundo pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo" y posiblemente, ese s...

ECO O LA VOZ DEL AMOR PERDIDO

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                Me llamo Eco. Soy lo que queda de una voz que utilicé de manera equivocada. Mi misión, en principio era, ser una ninfa más. Pero tenía mucha labia. Así que Zeus, me visitó y me encomendó una misión: distraer a Hera, la reina de los dioses. Me dijo que charlase, hablase y compartiese momentos con ella mientras él coqueteaba y se acostaba con otras. Yo me pasaba horas hablando y cantando con ella. Hasta que un día, mientras charlábamos se percató de la ausencia de su marido. Intenté disuadirla pero no fue posible y pilló a Zeus haciendo de las suyas.  Como de costumbre, Hera no descargaba su rabia y su ira contra su marido, sino que le era mucho más fácil descargarla sobre las otras mujeres, las amantes o las que como yo, encubrían las infidelidades del rey del Olimpo. Quizás por eso, dicen que el peor enemigo de una mujer, es otra mujer.  Hera, se enfadó tanto conmigo que me maldijo. Me quitó la voz y lo único que pud...

ÍCARO O LA CONCIENCIA DE LA DESOBEDENCIA

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         Mi nombre es Ícaro y soy el hijo de Dédalo. Mi padre era arquitecto. Vivíamos humildemente en Creta antes de ser contratados por Minos para construir un laberinto en el que encerrar al Minotauro. Mi historia, como tantas otras, es una tragedia que ilustra el drama de aquellos que están retenidos en un lugar del que no pueden escapar. Ilustra la desesperación, la angustia y el anhelo por la libertad por algo que aquellos que la poseen dan por sentado; algo que debiera ser universal, pero al final, es tan sólo el privilegio de unos pocos.  Minos, era el rey de Creta. Por haber intentando burlar a Poseidón y quedarse un toro blanco que debía ofrecerle en sacrificio, el Dios del Mar, colérico, hizo que la mujer del rey, Pasífae, yaciese con ese toro. De esa unión salió una aberración. El Minotauro. Un ser mitad hombre, mitad toro que atemorizaba a todos. Ya desde pequeño, causaba terror a quién se atrevía a mirarlo. Sus ataques de ira jamás se cal...

SÍSIFO: EL SENTIDO DE LA VIDA O SU HIPOCRESÍA

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        La vida es monótona. Tan monótona como mi cometido aquí, en el Inframundo. Estoy condenado a empujar eternamente esta roca. Pero mi castigo no es ese. Mi castigo es estar atrapado en una rutina eterna de la que no puedo escapar. Cuando alguien abandona este mundo, dicen que reposa eternamente. De hecho, cuando alguien fallece, se le suele desear que "descanse en paz". Yo ni descanso, ni tengo paz. Día a día, subo esta roca montaña arriba. Al llegar a la cima, cuando parece que ya he terminado, vuelve a rodar hacia abajo. Abatido, cansado y harto, desciendo la montaña para volver a subirla otra vez, sabiendo que al llegar arriba, volverá a bajar. Que mi esfuerzo es inútil. Metamorfoseada en esta roca, está mi vida entera, todo el sufrimiento que he causado, toda la humildad que me ha faltado, la solidaridad que no repartí, el amor que nunca compartí. Todos, en vida, llevamos una losa que creemos poder sortear. La mitologia y la literatura os enseñan como sois ...

QUASIMODO O LA NOBLEZA DEL CORAZÓN

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           Desde aquí arriba observo cómo el mundo va cambiando. Todo es igual pero distinto a la vez. Parece que nada pasa, pero en un instante, todo puede cambiar. Hubo un tiempo, en el que quise formar parte del mundo. Quise saber qué se siente al ser uno más. Sin embargo, me arrepentí muchísimo.  Siempre creí a mi maestro o a mi padre. Le vi como la única persona capaz de darme amor. Al ser yo alguien abandonado, menospreciado y condenado a ser repudiado; interioricé que no hay acto de amor más grande que salvar la vida de alguien que por ser diferente, a ojos del resto, parece no merecer vivir (o eso es lo que yo siempre creí). Claro que por aquel entonces, yo no entendía que amor, no es sinónimo de obligación. Supongo que por eso, le quise, le respeté y fue lo más parecido a un padre para mí. Me encerró aquí, en el campanario de Notre Dame y me enseñó a tocar las campanas y a leer. Gárgolas y campanas fueron mis más preciadas amigas y los libros,...

PENÉLOPE: REPENSAR LA DISTANCIA

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       Quien espera, desespera. Es difícil aceptar según qué situaciones que la vida. Es difícil saber que la persona que más amas puede que no vuelva. Es difícil hacer entender a un hombre que su patria no es o no debería ser un trozo de tierra, sino que debería ser el corazón de su mujer y de aquellos que le aman. No voy a recriminar nada a un marido que intentó ayudar a Grecia a vencer a los Troyanos. Pero sí diré que es injusto para quienes no creen en las guerras tener que luchar en ellas. En realidad, si lo pienso fríamente, se me ocurre cúan frágil es la naturaleza humana; cuán insignificantes somos y cómo los de arriba, nos utilizan como peones. La batalla de Troya no fue causada por los mortales como se piensa ingenuamente, sino que fue causada por todo el conflicto que tuvo lugar durante la boda de Tetis y Peleo. Los dioses, a pesar que creamos lo contrario, son tan imperfectos como los seres humanos y pueden cometer errores fatales que después afectarán y ...

DRÁCULA Y LA PULSIÓN ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

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           «Bienvenido a mi humilde morada. Entre libremente y por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae consigo». Esas son mis primeras palabras en la novela que lleva mi nombre. Soy el conde Drácula, mi nombre es la metonimia de la muerte. Soy quién va succionando la sangre, ese líquido vital que os mantiene con vida, ese líquido que corre por vuestro organismo pero que sois incapaces de apreciar hasta que algo o alguien lo hace emanar. Soy quién engaña y engatusa a los mortales para que crean que pueden seguir disfrutando de aquello que dan por sentado; la vida. Sé que la realidad asusta y que es preferible no pensar, no ser consciente de la fragilidad de la existencia. Lo mejor es simplemente, vivir. Pero ¿a qué precio? El individualismo excesivo, el poner precio a todo y creer que algo tan insignificante como el dinero os salvará es una necedad. Tarde o temprano vuestras acciones y creencias absurdas os obligarán a entrar en mi mor...