EL MUNDO A HOMBROS DE ATLAS (O DE LA HUMANIDAD)


    Hoy, se habla mucho y se actúa poco. El problema es que muchas veces, cuando se actúa, se actúa tarde y mal. 

Todo acto tiene unas consecuencias, que se lo pregunten a Atlas. El uso de las palabras y la oratoria para manipular a las personas parece acaparar discursos que justifican valores y actitudes que son francamente deleznables, sobretodo por parte de aquellos que ostentan el poder. Hay una pregunta que debería asediarnos y no dejarnos dormir. ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Qué estamos haciendo de él? ¿en qué mundo vivirán nuestros hijos?. Deberíamos intentar entenderlo porqué todo aquello en lo que creíamos parece estar desmoronándose y eso, no es buena señal.

La respuesta, quizás, sea más simple de lo que creemos. Lo que le pasa al mundo somos nosotros y lo que nos pasa a nosotros es que hemos perdido la conciencia y los valores humanos. Como dijo Tolstói: "Todos piensan en cambiar el mundo pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo" y posiblemente, ese sea nuestro mayor problema. No queremos cambiar pero queremos hacer cambiar al resto. Y de hacerlo, lo hacemos a conveniencia, seducidos por valores que desde el principio de los tiempos y como bien explica la historia, la mitología y algunas religiones, han llevado a la ruina al ser humano. Sísifo, Tántalo, Licaón, Midas... no en vano todos reciben un castigo eterno. Pero no aprendemos. Creemos que eso son cuentos. La codicia, la avaricia, la soberbia, siempre están ahí y pudren los corazones. Lo sabemos, lo entendemos y aún así, lo elegimos conscientemente.

Además, hay nuevos valores que como los virus se convierten en una pandemia y nos infectan. La hipocresía, la mentira, el negacionismo y la ignorancia. Es fácil preguntar qué le pasa al mundo cuando nadie asume responsabilidades, cuando uno tira la piedra y esconde la mano; cuando el cambio climático se evidencia pero todo el mundo que puede, porqué tiene dinero, viaja más que nunca, cuando los precios suben pero la gente vende y alquila sus casas a los más ricos para convertirse a sí mismos (o creerse que son) ricos; cuando nos endeudamos para conseguir una felicidad que no se halla en lo material ni en el hedonismo desmedido. Es fácil exigir bienestar cuando se vive a costa del bienestar de otros, cuando los del primer mundo viven a costa de los del tercer mundo, cuando la aporafobia es la mayor pandemia que nos asola o cuando vivimos por encima de nuestras posibilidades y no queremos renunciar a vivir de esa manera. Es muy fácil exigir. Es muy fácil ignorar o pretender ignorar lo que incomoda, lo que no queremos afrontar. Lo difícil es asumir responsabilidades, comprometerse con y para los demás, cambiar el modo de vida, la visión que tenemos del mundo y nuestra manera de habitar en él, abrir nuestra mente y ver más allá de nuestro ombligo. Asumir que el mundo no gira en torno a uno mismo o de aquella sociedad de la que, por puro azar forma parte, sino que, como dice la canción, gira en el espacio infinito.

 ¿Qué le pasa al mundo? Que nadie gobierna para nadie excepto para sí mismo y que se miente sistemáticamente para llegar al poder. Que no vemos la alegría ni el dolor que hay a nuestro alrededor a menos que nos toque experimentarlo de cerca. Pasa que la gente cree que la libertad es ir a tomar algo con los amigos, que la libertad es viajar dónde quieran y como quieran, ir de compras, consumir de forma desmedida, sin tener en cuenta el coste que eso supone para el planeta. Pasa que por viajar, las aerolíneas se forran y son rescatadas por los gobiernos corruptos capaces de hipotecar no solo el dinero sino la confianza de un país entero para asegurarse un sueldo para toda la vida o unos favores a los que solo pueden acceder aquellos que están o han estado en el poder. Pasa que la famosa frase "todo por el pueblo pero sin el pueblo", se ha convertido en norma entre los líderes que se hacen llamar demócratas, pero con sus acciones demuestran ser unos déspotas. Pasa que la frase "libertad, igualdad, fraternidad" se está extinguiendo o es usada como mera propaganda. Que nadie asume responsabilidades y el discurso de "y tú más" o como diría un niño de patio de colegio "rebota, rebota y en tu culo explota" define la actitud de gente adulta que está al cargo de la sociedad. La competitividad manda. La cooperación se exhorta, tan solo cuando uno solo no puede hacer lo que le da la gana y necesita apoyos.

Al mundo, le pasa que se ha confundido gobernar con engañar, con disfrazar los derechos como privilegios. Al mundo, le pasa que ya no hay honestidad, humildad y sinceridad; que los seres humanos en poco más de un siglo y medio, nos hemos convertido en la peor especie que ha existido pero en nuestro infinito cinismo creemos que somos la mejor. Somos la especie que niega que exista un genocidio en Gaza, por meras cuestiones económicas. No nos define el ser, sino el tener. Por eso, hemos olvidado de que estamos hechos, hemos olvidado que no nos define lo material, sino lo espiritual. Somos la especie que ve morir a miles de niños en directo y no se inmuta. Que encierra a sus mayores en residencias, que no tiene tiempo para cuidar y educar a sus hijos; somos la especie más indiferente ante las injusticias cometidas por nosotros mismos y eso nos convierte en ignorantes ignominiosos. 

Marginamos concienzudamente el arte, la literatura, las humanidades, la música porqué creemos que no nos enseñan nada, cuando el problema es que nosotros hemos dejado de querer aprender de nosotros mismos, de nuestros antepasados, de nuestros valores y de nuestra propia historia. Hemos asumido que educar es proporcionar información pero no sabemos discernirla. La sabiduría agoniza, se extingue. Para ser sabio, es necesario no sólo conocer sino también sentir y transmitir amor por aquello que se interioriza y se expresa. Repetimos errores del pasado pero no los consideramos errores porqué no sentimos nada al saber que murieron 1,1 millones de judíos. Es como ver que la deuda pública es de 1.667500 euros. Son cífras, números, nada importa, tendemos a interpretar la realidad sin valorarla  ni asumirla. 

El holocausto se repite hoy en día en Gaza y nadie hace nada, el menosprecio a la vida de ciertos sectores, razas y etnias es bochornoso, mientras estamos sentados ante las noticias viendo ciudades arrasadas, personas mutiladas y asesinadas pero nos da igual, parece que vemos una película y nos vamos a cenar y a dormir. Tenemos la conciencia y los valores, la empatía y la humanidad anestesiados por completo. Antes, la gente no veía los horrores de la guerra podía excusarse en la ignorancia pero hoy los vemos en  vivo y en directo y seguimos con nuestras vidas como si nada. Ya no tenemos corazón. 

Alentamos disciplinas como la ciencia, la tecnología y la economía pensando que nos salvaran. Pero solo les hacemos caso cuando nos interesa. Negamos el cambio climático porqué si es cierto que está siendo acelerado por nuestro ritmo de vida, no queremos cambiar. Sin embargo, desarrollamos la inteligencia artificial para que haga las cosas por nosotros, sea más precisa y nos substituya a la hora de hacer trabajos mentales e intelectuales. Desarrollamos una "inteligencia" sabiendo que va a reemplazar la nuestra. Es decir, que "inteligentes" no somos. Somos el Doctor Frankenstein del siglo XXI. Jugamos a ser dioses creando un ente que posiblemente si es realmente "inteligente", entienda que la vagancia humana, la insensibilidad, la indiferencia hacia todo lo que no nos beneficia y la poca capacidad de pensar críticamente, son nuestro talón de Aquiles. ¿Recordáis lo que Darwin dijo? No es la especie más fuerte o inteligente que sobrevive, sino la que puede adaptarse mejor a los cambios"

La inteligencia artificial será más apta que nosotros. Le daremos las riendas para cambiar el mundo para nosotros, querremos comodidad y nos la dará, pero pagaremos un alto precio. Hasta ahora, hemos "obligado" a otras especies a extinguirse para satisfacer nuestras necesidades. Quizás un "ente" creado por y para nosotros, lo haga con nosotros. Deberíamos tener miedo pero no sabemos lo que es eso. Posiblemente, perdamos la batalla pero para entender todo esto se necesita humildad, se necesita sentido común y no soberbia y ambición. Creamos algo que es tan indiferente e insensible a la realidad como nosotros. Algo que puede superarnos en todo menos en valores humanos, pero es que ya los hemos perdido, la hemos sacrificado. 

La hybris, soberbia y ambición desmedida nos lleva a ser la peor especie que ha pisado este planeta. Hemos matado a Dios y lo hemos substituido por algo demasiado volátil como para depender de él, el dinero. Hemos fracasado a nivel humano, a nivel de conciencia, de valores como la empatía, la cooperación, el respeto, el agradecimiento y el afecto. Nos quejamos por todo aunque no tengamos motivo por ello, no nos sabemos poner en los zapatos de los demás. Pensamos que no  necesitamos amor o afecto pero en el fondo, los anhelamos. Aún así, sabemos qu para encajar en un sistema y una sociedad como la nuestra, es preciso despreciarlos o ignorarlos. 

 ¿Qué le pasa al mundo? Que está plagado de un virus llamado humanidad. Una especie que destroza todo lo que toca. Pero lo más triste de todo es que no todos somos iguales y hay gente que tan sólo anhela y lucha para que el mundo sea mejor. Hay quienes todavía nos importa la humanidad y el planeta y por eso y a pesar de sentir una aflicción inmensa, intentamos sostenerlo a hombros como hizo el titán Atlas. No es un castigo, es resistencia. Nos negamos a que el dolor que nos provoca la situación actual nos venza y nos haga perder nuestra dignidad, fe, compasión, lealtad y humanidad.

Ojalá aguantemos, ojalá sepamos repartirnos el peso de la desolación, la tristeza, la indiferencia y el menosprecio a la vida que algunos tienen. Ojalá entendamos que el problema del mundo somos nosotros y que podemos destruirlo o recomponerlo. Sólo es necesario elegir y resistir. Es necesario hacer un ejercicio de humildad y cambiar uno mismo, para que el resto también lo haga. No hay que exigir, tan solo elegir de qué bando estamos, ser humildes, sinceros, compasivos y honestos. No somos el ombligo del mundo, el mundo gira con o sin nosotros, con el dolor y la alegría de todos los que en él habitamos. Estaría bien recordar aquella frase de la canción  "Il mondo": 

" Il mondo non si è fermato mai un momento, la notte insegue sempre il giorno ed il giorno verrà."

Depende de nosotros que sigamos en él, que respetemos la vida de los demás y hagamos de él un lugar mejor para que un nuevo día llegue. Por el contrario, podemos condenemos a vivir en una época de oscuridad perpetúa que nos impida ser y reconocer que somos imperfectos y que nos hemos equivocado. Pero por encima de todo, como dijo George Orwell "lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano". 

Quizás escuchando esta canción y la belleza que transmite, podamos evocar lo mejor de nosotros. Ojalá lo entendamos, reaccionemos y descubramos que el mundo sigue girando por nosotros o mejor dicho, a pesar de nosotros. Por ello, en agradecimiento, debemos sostenerlo. 

 https://www.youtube.com/watch?v=0fomqdUmO5c&list=RD0fomqdUmO5c&start_radio=1

 

 

 

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