ECO O LA VOZ DEL AMOR PERDIDO

      


     Me llamo Eco. Soy lo que queda de una voz que utilicé de manera equivocada. Mi misión, en principio era, ser una ninfa más. Pero tenía mucha labia. Así que Zeus, me visitó y me encomendó una misión: distraer a Hera, la reina de los dioses. Me dijo que charlase, hablase y compartiese momentos con ella mientras él coqueteaba y se acostaba con otras. Yo me pasaba horas hablando y cantando con ella. Hasta que un día, mientras charlábamos se percató de la ausencia de su marido. Intenté disuadirla pero no fue posible y pilló a Zeus haciendo de las suyas. 

Como de costumbre, Hera no descargaba su rabia y su ira contra su marido, sino que le era mucho más fácil descargarla sobre las otras mujeres, las amantes o las que como yo, encubrían las infidelidades del rey del Olimpo. Quizás por eso, dicen que el peor enemigo de una mujer, es otra mujer. 

Hera, se enfadó tanto conmigo que me maldijo. Me quitó la voz y lo único que pude hacer fue repetir la última palabra que decía la persona que conversaba conmigo. Es decir, perdí la capacidad de responder y elaborar una respuesta por mí misma.  

Así me era imposible comunicarme oralmente, tan sólo podía hacerlo con gestos. Así que vagué por el bosque, intentando no ser vista y pasar desapercibida. Pero un día, le vi. Era la criatura más bella que yo había visto. Mi corazón quedó flechado, prendado y decidí seguirle. Ver todo lo que hacia, cómo se movía, dónde iba. Me movia sigilosamente entre la maleza para asegurarme de que no me viese. Si lo hacía, quizás, entablaría una conversación conmigo y yo, no le podría contestar. Así que no quise que me viera. Pero pisé una rama y él me vió. Se giró y me preguntó por mi nombre. No podía decirselo y tan sólo repetía la última palabra que él decia; "nombre".  Me preguntó: "te estás riendo de mí" y respondí "mi". No me podía expresar correctamente y en lugar de entenderme, se enfadó y se marchó, diciéndome que era una desagradecida, intenté abrazarle, demostrarle mediante gestos que en realidad le amaba. Me quedé sola y triste y fue entonces cuando comprendí que tal vez, jamás nadie podría amarme, que jamás nadie podría entenderme. Dicen que valen más los hechos que las palabras, pero la realidad es que solemos dar mucha importancia a las palabras, casi demasiada. No sabemos comunicarnos de otra forma. Si miramos a los animales, vemos que ellos se comunican por gestos, por lenguaje no verbal. Pero nosotros, no solemos saber hacerlo. 

Me quedé rota, destrozada. Y vi cómo se marchaba sin que yo le importase demasiado. Cuando alguien te rechaza, sin apenas conocerte, sin darte la oportunidad sientes como el mundo se desmorona y si te rechaza conociéndote, es peor. Tu alma se aflige y sientes que no puedes más. Tu autoestima se ver mermada y el rechazo del otro se convierte en un autorechazo. Crees que quizás el otro tenga razón en todo, crees que la imagen que tiene de ti, es la que tú debes tener. No has hecho nada malo, tan sólo le has amado o te has enamorado del otro, pero para él, por desgracia, tu amor, no ha sido suficiente. Proyectas los sentimientos que el otro te ha transmitido sobre ti misma y eres injusta e inclemente contigo misma. 

Al haber recibido yo la maldición de Hera, me sentía profundamente insegura, me sentía diferente. Y nadie hizo nada para integrarme y hacerme sentir mejor. Al revés, los únicos que parecían entenderme eran los animales. Me trataban mejor que muchas personas.  Me fui perdiendo y abandonando, me aislé en una cueva, hasta que de mí, tan sólo quedó mi voz. 

Y ¿qué pasó con él? Pues que sucumbió a un fatídico destino, algo que nadie le desea a nadie. Se enamoró de sí mismo. Se vio como una especie de dios, alguien merecedor de todo el amor y la admiración que sólo uno mismo puede darse. Mientras yo me consumía y me despreciaba, él se amaba y enaltecía, se endiosaba, se vanagloriaba de ser él mismo. Su vanidad le consumió. Su belleza externa, no se correspondía con su belleza interna. Quién hace daño a los demás, quién los maltrata y se siente superior, quién no intenta comprenderles y tenerles empatía, no  puede ser buena persona. Tan sólo puede ser un narcisista. Por eso, se ahogó contemplando su propia imagen. Por eso, lo único que quedó de él, fue una flor en recuerdo a la belleza que le había cegado.

El amor, a veces, duele. Lo importante, es pensar que tras cada rechazo, tras cada relación, hay personas, hay sentimientos, hay corazones latentes. Herir, no es amar y amar no es herir, no es tan sólo desear. No es tan solo hablar, es saber leer al otro, ver más allá de uno mismo, es paciencia, es crear un vínculo con alguien igual que tú. 

 

 

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